El 12 de Diciembre publiqué 10 fotografías en El País on-line, en la sección "Planeta Futuro" que difunde las noticias sobre desarrollo global sostenible y los Objetivos del Milenio de la ONU en colaboración con la Fundación de Bill y Melinda Gates.
Cada fotografía se acompaña de un pequeño texto donde explico la pequeña historia que la rodea.
En 2010, mientras cruzaba el
puente Long Bien de Hanoi, enmarañado en su estructura metálica sazonada de
trenes, motocicletas y una multitud que se desplazaba sobre el río Rojo, vi unas
barcas de pescadores que, ancladas, esperaban a sus dueños con una quietud
indiferente hacia todo lo que las rodeaba.
Recorriendo uno de los puentes más transitados de Asia, rodeado de un
bullicio ensordecedor, pude apreciar lo que tantas veces encontramos: una
especie de mundos paralelos, muy cercanos, pero que operan con coordenadas muy
dispares y basta mirar despacio, acompasando la respiración, para encontrarlos
junto a nosotros.
En Vietnam, en 2010, camino hacia
Sa Pa, fotografié a esta madre y su niña en el mercado. Pertenecen a la etnia
Hmong que reúne unos 9 millones de personas repartidas actualmente entre China,
Tailandia y Vietnam. Como otros muchos grupos étnicos, han sido diezmados en la
2ª mitad del s.XX pasando de unos 3 millones a solo 200.000 hab. en
Vietnam. La distancia que nos separa de
sus costumbres o de sus creencias se derrumba cuando la pequeña nos mira y nos
sonríe, mientras su joven madre muestra su orgullo al recibir en la mejilla la
caricia de su bebé.
En Badami, en el estado de
Karnataka (India) en 2012, mientras paseaba por esta pequeña ciudad, me llamó
la atención un pequeño restaurante familiar. Me ofrecieron entrar hasta la
cocina y allí me deslumbró la luz que, tamizada por un registro en el techo,
entraba en haces iluminando la escena.
Toda la familia preparaba la comida, en silencio, con la armonía de un
trabajo repetido miles de veces.
En 2013 viajé a la ciudad de
Allahabad en el estadio indio de Uttar Pradesh. Esta ciudad es conocida en todo
el mundo por albergar la peregrinación hinduista del Khumb mela que este año
reunió a 118 millones de personas. La ciudad cuenta con unos 5 millones de
habitantes y tiene sus slums, donde la escolarización de los niños no es ni
mucho menos la primera prioridad de sus habitantes. Allí, Manos Unidas está
llevando a cabo un proyecto donde los profesores acuden a dar su clase junto a
las chabolas. Apenas un plástico delimita unos metros cuadrados donde se apiñan
todas las edades. Los pequeños acuden cuando pueden, hoy 2 horas, mañana
ninguna, pasado quizás 3…y son alfabetizados en inglés e hindi con lo que sus
oportunidades de futuro se multiplican de manera exponencial. En la fotografía
vemos a la profesora y una amalgama de color y esperanza que brotan de la
tierra más yerma.
En Amritsar, en 2013, tuve la
oportunidad de pasar unas jornadas con los sijs y disfrutar de la hospitalidad
que tienen con todos los que se acercan a conocer el Golden Temple. Sorprende
que esté abierto 24h. al día y que, en cualquier momento, ofrezcan su comida
gratuitamente a todos los peregrinos y visitantes que por allí pasan. Hay una
serenidad en el templo, en los rituales, en las sonrisas de los pequeños. Esa
armonía lo envuelve todo durante la madrugada y desde el albor del día hasta el
crepúsculo, para que el ciclo vuelva a comenzar una vez más. Un anciano rezaba
junto al agua mientras el día desgranaba sus últimos instantes.
En 2008 visitamos el municipio de
Palacagüina en el departamento de Madriz, en Nicaragua, donde Manos Unidas
desarrolla varios proyectos de tecnificación, diversificación agrícola y promoción
medioambiental. Allí nos explicaron, sobre el terreno, los avances que habían
conseguido y lo que suponía para mejorar la alimentación de toda la comunidad,
especialmente la de los más vulnerables.
Mientras lo hacían, nos sorprendió cómo acariciaban la capa superficial
de tierra junto a los brotes que acababan de nacer y que debían mimar en todo
momento para que dieran los frutos esperados.
En Copargo, una ciudad situada en
el centro de Benín, visité en 2014 un colegio donde se inauguraba un módulo de
aulas que había construido Manos Unidas. Era un día de fiesta y los más de mil
alumnos inundaban con su alegría todo el patio. Mientras hablaban el director
de la escuela y varios alumnos, yo tomaba fotografías de todo cuanto me rodeaba.
De repente me percaté de que, enfrente de mí, un alumno llevaba un rato
tomándome “fotos” sin perder ninguno de mis movimientos, con su cámara improvisada que no era más que
su chancla, ante las risas de todos sus compañeros. ¡Qué poder tiene la
imaginación y el juego para convertir la realidad en algo mucho menos primordial
de lo que cabría pensar! Estoy convencido que sus imágenes fueron mucho mejores
que las mías.
Parakou es una ciudad enclavada
en el centro de Benín y no lejos de la frontera con Nigeria. Allí conocí en
2014 la Residencia dedicada a la lucha contra la trata de niñas y
adolescentes que tienen las monjas de la
Inmaculada Concepción de Castres. Manos Unidas ha colaborado con ellas dotándola
de varios talleres que buscan una futura inserción laboral para sus residentes.
Nos contaron la situación en la que llegan la mayoría de ellas: familias
desestructuradas, violencias de todo tipo y miedo, miedo en el rostro, en las
manos y en las entrañas. Historias de penumbras donde no ha habido resquicio
alguno para una mínima esperanza… hasta que llegaron aquí. La niña de la
fotografía vino hace más de medio año con mucha más carga a su espalda de la
que era capaz de soportar; todavía no puede articular palabra, pero su mirar ha
cambiado, su cuerpo también se va recuperando y su mano es capaz de agarrar ya
el dedo del asistente social que vela por ella.
Encontré esta mirada de ébano en
Cotonou (Benín) en 2014 en el Centro de Salud que Manos Unidas ha ayudado a
construir y que las Hermanas Terciarias Capuchinas tienen junto al Atlántico.
Tenía malaria y estaba allí, junto al porche, marcando distancia al principio,
hasta que, cansado de verme enredar junto a él, decidió abrir su puerta y
dedicarme una sonrisa de miel y romero donde parece que el tiempo se detiene y
también lo hacen las enfermedades y las preguntas sin respuestas. Son muchos
pequeños milagros los que surgen gracias a las pequeñas ayudas de tantos.
¿Apenas unas gotas de agua en medio de un océano? Quizás, pero cada gota es
importante y hay una vida, tal vez varias, que dependen de esa ayuda y de ese
compartir.