Es difícil expresar en unas lineas la calidez de los habitantes de Myanmar. Son enormemente acogedores con todos, vengan del pueblo de al lado o de la otra parte del planeta. Una sonrisa franca de bienvenida, la amabilidad en cada uno de sus gestos y las puertas abiertas para quien viene y va. Paseando por un monasterio budista me encontré con estos niños que no paraban de jugar frente a la cámara. Al lado me enseñaron sus clases y a sus amigos. Fue un placer compartir con ellos ese tiempo que parecía detenerse ante su alegría desbordante. Lo que tienen en la cara es thanaka que obtienen de la corteza de un árbol y lo utilizan tanto como protector solar como con fines estéticos.
Blog de fotografía: artística, viajes (Asia, América, África y Europa), retrato, paisaje, arquitectura. Exposiciones. Relatos. Trabajo en el SUMMA 112. Voluntario de Manos Unidas.
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Increibles instantáneas! Gran trabajo!
ResponderEliminarno me canso de mirar esas caritas...
ResponderEliminaralegría de vivir!!!!
Gracias por compartirlas.
Ange.
¡Que lindas imágenes...producen un gran sentimiento...un gran deseo de abrazarlas...!
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