Desde la llegada en tren a Varanasi todo fluye a pesar del aparente caos. Los turistas que llegan en el Maharajas Express (no fue mi caso), el tráfico imposible que encuentra siempre un resquicio por el que continuar, las vacas que campan a sus anchas, pero bajo la atenta mirada de los vendedores de fruta y verdura. Todo parece caótico, pero al contemplar los rostros serenos y amables de las personas uno piensa en lo mal que soportamos la tensión de un atasco en otros paises. Vida cotidiana que discurre entre callejuelas, donde nos sorprende un cortejo fúnebre o vemos publicidad para ricos en medio de los slums. Cientos de miradas que siempre pintan una sonrisa para quien se acerca hasta ellos, viniendo de muy lejos.
Desafiando la ley de la Gravedad
Se afeita completamente la cabeza en señal de luto por la muerte de un familiar