El mercado de pescado de Tsukiji es el más grande del mundo. Cuando llego, 2 horas antes del amanecer, la actividad es febril. Los modernos carros eléctricos, conducidos de pie, se sincronizan con los carros de madera. Todos tienen la anchura necesaria para poder callejear entre los puestos de la lonja.
La subasta de los atunes comienza con la inspección de la mercancia. Armados con una linterna y un arpón los pujadores seleccionan los lotes que más les interesan. Después, el subastador se sube a un taburete de madera y hace sonar su campana para que comience la venta. No hay grandes pantallas, ni ordenadores, ni nada tablets. Sólo dos ayudantes que escriben el resultado de la subasta en papel y a mano. Tras la compra, se pinta sobre el lomo del atún el kanji del comprador y el pescado pasa a la lonja. Allí, se despieza con una sierra mecánica y después, con mucha delicadeza, con cuchillo.
Junto al espectáculo de los atunes, se puede encontrar infinidad de manjares salidos de cualquiera de los mares de nuestro planeta.
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