Mientras paseaba por Badami, un pueblo situado en el estado de Karnataka, encontré un pequeño restaurante y me ofrecieron pasar a la cocina. Allí, deslumbrado por la luz que se filtraba a raudales por una claraboya, tamizada por una reja, encontré a esta familia que preparaba sus guisos.
Todos colaboraban: la hija mayor, los padres y la abuela, que limpiaba incansable todos los utensilios.
El sitio era pequeño, limpio; los olores se entretejían con los colores que me rodeaban. Una sabiduría de antaño inundaba la estancia y había dignidad rezumando por los cuatro costados.
Me sentí un privilegiado por su generosidad.
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